Se me olvidó silbar.

Se me olvidó silbar.
Morir, dormir... ¿dormir?Tal vez soñar.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Chapter 8.

La pequeña televisión de la habitación estaba encendida a pesar de que no le hiciera mucho caso. Una enfermera entró a la habitación con unos papeles en la mano.
                -Bueno, todo está en orden, ya puedes irte, tienes que pedir cita en la planta dos para que te vayan revisando mensualmente el brazo, por lo demás estás sana como un roble.- Terminó bromeando y dedicándome una sonrisa la cual no tuvo respuesta alguna por mí parte. Cogí los papeles y me puse en pie, mi madre iba tras de mi sin decir nada simplemente me seguía a través de esos fríos pasillos que me causaban un gran agobio. Cogimos el ascensor hasta la planta cero, ya pediría cita por teléfono, ahora lo único que quería era salir de allí, nos dirigimos al parquin en el cual mi madre tenía aparcado su viejo Citroën rojo. Creo que fue puro instinto, me dirigí al asiento del conductor pero cuando fui a abrir la puerta me eché atrás, retrocedí y me sentí de nuevo vulnerable, así que manteniendo mí estado de silencio me di la vuelta y le cedí el volante a mi madre.
                -Sé que no estás pasando por un buen momento cielo pero… ¿vuelves conmigo a España? Encontrarás trabajo pronto, eres buena reportera, lo sé, puedes vivir con papá y conmigo, ahora que tu hermano se ha independizado tenemos aun más sito, así no tienes que preocuparte ni de cocinar, ni de absolutamente nada, además aquí ya no haces nada…
                -Me quedo.- Le dije contándole la frase.
                -Pero, pero… piénsalo, no puedes quedarte aquí sola.
                -No me importa estar sola, me quedo.
Después de eso no volvimos hablar en todo el viaje, permanecí en silencio, sentada en el asiento, con los brazos cruzados y la mirada perdida en la carretera.
Al llegar a casa ella fue la primera que bajó del coche, luego se dio la vuelta y abrió mi puerta para que yo saliera. Me miró fijamente a los ojos, yo bajé la cabeza y salí del coche. Me dirigí hacia la puerta de entrada, saqué las llaves del portón y le pregunté sin apenas mirarla si quería subir.
                -No gracias, mi avión sale en una hora.- Se acercó y me besó la frente.- Sabes que puedes venir siempre que quieres. Te echaré de menos
                -Y yo a ti.
Abrí la puerta y vi como se alejaba lentamente, tal vez con la esperanza de que rectificara por un momento y me lanzara a sus brazos como cuando era pequeña, pero mi reacción fue a su desgracia diferente, cerré la puerta y esperé al ascensor.

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