Se me olvidó silbar.

Se me olvidó silbar.
Morir, dormir... ¿dormir?Tal vez soñar.

jueves, 26 de agosto de 2010

Chapter 5.

Escuché de lejos el sonido de la ambulancia, fue la primera vez que me alegré al escuchar esa molesta sirena que siempre indicaba el suceso de algo malo. Dos médicos bajaron del vehículo a todo gas acompañados de su maletín, detrás de ellos aparecieron los bomberos y pidieron a los presentes que se apartaran para poder sacar a Mark, Bárbara y al desconocido del otro coche lo antes posible ya que desconocían la gravedad de su situación.
Uno de los médicos se acercó a mí:
-Hola, mi nombre es Kevin, deja que te vea esa herida.
Comenzó a mirar con cuidado el corte de la cabeza, sacó de su bolsillo gasas y alcohol:
-Puede que esto te escueza un poco.
Después de eso se concentró en su trabajo.
-¡Josep ven!- Dijo uno de los bomberos refiriéndose al médico que quedaba libre.- Ahora te toca a ti.
El cuerpo de mi amiga y el de aquel desconocido yacían sobre el desgastado asfalto de la carretera, Josep y Kevin se acercaron rápidamente hacia ellos. Yo les seguí. Josep empezó a examinar al desconocido.
 –Tiene pulso.-Dijo muy eufórico como si fuese lo último que se esperaba.
Después de eso Kevin comenzó con Bárbara. Yo me puse de rodillas a su lado haciendo presión en la herida de la cabeza.
-No, joder, no, no, no, eeei bonita, respira.-Dijo Kevin mientras intentaba reanimar a Bárbara a través de un masaje en el pecho.-Uno, dos, tres, venga, venga, no nos hagas esto joder.
Toda mi fe, o la poca que quedaba de ella estaba puesta en los conocimientos de aquel médico que intentaba reanimar a Bárbara y en los bomberos que luchaban por sacar a Mark del coche.
                -Lo siento, no hemos podido hacer nada, el impacto fue muy grande, tenemos que hacerle la autopsia antes de dar un diagnóstico claro, pero creo… que una costilla a perforado el pulmón derecho.
Me acerqué a ella y le moví suavemente el brazo esperando a que se despertara, pero no lo hacía, mis ojos comenzaron a llenárseme de lágrimas y la cabeza me dolía como nunca antes lo había hecho.
                -Bárbara, venga… ¡despierta! No seas tan perezosa, tendrías que haber bebido algo de coca-cola con cafeína, es lo mejor, te mantiene despierta, como yo ¿ves? Venga bella durmiente, ¡arriba! Mark nos está esperando para volver a casa, yo conduciré, ¿te parece bien? Y tú y Mark os quedáis los dos juntitos detrás, catando: “Now it’s we, now it’s us”. Enséñale a estos señores tu magnífica voz, vamos, ayúdame a llamar a Mark: ¡Maaaaark, Maaark…!.- Caí al suelo y comencé a cantar esa canción, pero Bárbara no seguía mi compás, no, tampoco despertó, ni me ayudó a llamar a Mark. Mark… su todo, estaba tumbado también en la calzada, no sabía nada de él, tampoco tenía fuerzas para poder alcanzarle, la cabeza empezó a darme vueltas, la visión cada vez era peor, intentaba luchar contra esa inseguridad, pero las piernas no me respondían, no tenía la suficiente fuerza como para ponerme en pie y poder sujetarle la mano a Mark y decirle que estaba con él, que siempre estaría a su lado. Escuché como uno de los médicos alarmaba al otro sobre mi estado, no pude reconocer quien fue el que se refirió a mí con el apodo de “pequeña”, creo que en ese momento no hubiera reconocido ni si quiera la voz de mi madre diciéndome que perdería el autobús del colegio, después de intentar poner atención a lo que decían ambos sobre mi pude llegar a mi propia conclusión, no estaba bien, pero ahora eso no me importaba, mi mente seguía en una única cosa: Bárbara, mi alegre y dulce amiga. Por mi mente pasaron mil imágenes, mil recuerdos, en los que ella siempre destacaba por su forma de ser;  el gran recibimiento que me hizo cuando me instalé en su casa, nuestra primera noche de fiesta, y la segunda…, la vez que vinieron a visitar a mamá a España y probaron nuestra conocida paella por primera vez, el día en el parque de atracciones y en el zoo, recuerdos, recuerdos, y más recuerdos.
Después de ese paseo por tantos y tantos momentos me sentí como algo vulnerable, entonces, hice como en los cuentos de hadas, aquellos que me contaban cuando era pequeña antes de ir a la cama, cerré los ojos y pedí un deseo, esperando que al abrirlos se hubiera hecho realidad.

2 comentarios: